viernes, 27 de noviembre de 2009

La cambié al pedo.

Eso pensé una vez cuando estaba besandome en ese sillon. Era al pedo y no me gustaba para nada. Me levanté, la saludé y me fuí a dormir. Es así, si hay algo que aprendí este último tiempo es a hacer un poco lo que quiero, sin compromisos. Pero he aquí.. la pregunta del millón: ¿Qué quiero exactamente?. Entonces después de mi cuestionamiento me contradigo un poco (porque casi siempre soy muy fiel a lo que me caracteriza) y entonces reformulo mi teoría: No tengo la más puta idea de qué estoy buscando, pero tampoco pienso perder el tiempo en eso. Y ahí, justo a-h-í, es cuando siento que tengo dos cosas en la cabeza. En fin.. generalmente puedo dividir mi vida en dos grandes sectores:

1- La parte que me va bien.
2- El amor. Y todo lo que eso lleva, (o no lleva).

El problema aparece cuando me preguntan cómo estoy, ahí arranca todo, y yo, obviamente, tengo que responder con una frase cortita, o una palabrita, porque siempre que uno saluda a alguien, el otro no tiene tiempo para escuchar tanto quilombo. Es como esa propaganda de no sé que concha, todos esperan que le digas "bien".. y nada más.
La historia empezó cuando.. no.. la verdad que no sé cuando empezaron mis problemas con el amor. Lo que si sé es que, bueno.. nunca me sienta bien, que se yo, yo siempre dije que no estoy hecho para estar en pareja, me mandaron así de fábrica, nací con las ilusiones muertas y forreando a cualquier flaca que quiera acercarse. También me pasa que me invento cosas.. si, creo que ese es mi problema, suelo inventar demasiado (que no es lo mismo que mentir), invento que me enamoro, que vivo felíz y que quiero a alguien al lado para toda la vida y todo eso, arroz, arroz, casorio y demas idioteces. El punto está en que yo espero de todo eso más que una ilusión, no sé, algo que vaya un poco más lejos que un 14 de febrero, que una carta de vez en cuando, un chocolate, besito va, besito viene, al fin y al cabo casi todas las relaciones terminan en lo mismo: peleandose, por celos o enfermandose con todo eso que produce el amor. Siempre hay algo para contaminar los sentidos del otro, siempre se encuentra alguna manera de invadirse. Yo sinceramente quiero algo que nisiquiera pueda ser nombrado, no importa que palabra lleve o como se diga, quiero llover, reir, pero desde adentro, que mi vida se pare, que el tiempo sea nada, yo quiero algo que sea una totalidad. Yo quiero eso que no existe, por eso me compro todos los fines de semana una buena historia en mi cabeza, para adornarla un rato, aunque siempre llega el momento en que descubro que no es más que algo que yo imaginé.

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