lunes, 27 de abril de 2009

Ayer fué mi cumpleaños. Me levante con un año más de alegrías y tristezas, mire el celular y tuve unos cuantos mensajes de gente a la que no sé si tengo que agradecerles que se acuerden, supongo que si, por eso lo hice. Vinieron llamadas por teléfono, algunos de mis amigos me preguntaron si tenía algún plan. Ayer me levante, y me dije a mí mismo: “Es mi cumpleaños. Tengo un año más, el día de hoy tiene que salir bién.”
Es curioso cómo se siente uno en este día. Vas por la calle y te creés que todo el mundo tiene la obligación de saber que es tu cumple, que hoy tienen que tratarte de forma especial, y porque hoy cumplis un año más sos intocable. Si cae algún regalo de alguien, es lógico y lo aceptas con gusto, le agradecés y a su vez le decís que no era necesario. Parece que uno se exige a sí mismo que, como es su cumpleaños, el día debe salirle lo suficientemente bien como para que, al final del día, uno pueda acostarse con una sonrisa de oreja a oreja.
Uno se siente más grande de repente. En mi caso, de 17 a 18 años. Ya soy mayor.

Hoy va a ser un día como otro cualquiera, un Lunes común, con mi trabajo de siempre y la misma vida que vengo teniendo, pero va a ser un dia en el que me voy a poner plantear tranquilamente si va bien la cosa, si avanzo, si este periodo de 365 días en el que tuve 17 años fue positivo, si aprendi algo bueno, algo que voy a poder recordar justo antes de morirme de viejo. Ya solamente quedan 364 para los 19, jaja.

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